martes, 14 de mayo de 2013


Caddy Adzuba quiere romper el silencio que la comunidad internacional, incomprensiblemente, mantiene sobre el conflicto y la violencia contra las mujeres en la R.D. del Congo. Por ello, va a estar en Valencia, donde la Fundación Mainel y la asociación Mujeres Periodistas del Mediterráneo (MPM) han organizado un encuentro con ella el día 15 de mayo a las 19:00h. en la sede de Mainel (Porta de la Mar 6, 8). 

Esta acción se enmarca dentro de un amplio programa de información y denuncia de la violencia en la R.D. del Congo, con actos en diferentes ciudades españolas, principalmente Madrid y Barcelona. El proyecto está apoyado por la Comunidad de Madrid y cuenta con la colaboración de la fotógrafa Ouka Leele y la productoraIsabel Bettina.

Adzuba ejerce el periodismo en condiciones difíciles, en una de las guerras más crueles del planeta. Trabaja en Radio Okapi (iniciativa de la ONU) en Bukavu. El conflicto congoleño lo sufre especialmente la población civil desde hace una década y permanece olvidado por los grandes medios de comunicación de todo el mundo, salvo esporádicas secuencias informativas cuando el conflicto se recrudece. Pero lejos de rendirse, continúa comprometida en la defensa de los Derechos Humanos y la construcción de la paz desde su trabajo como periodista.
Situación en la República Democrática del Congo

Lo que está ocurriendo en la R.D. del Congo es un genocidio sexual o un femicidio. La violencia sexual ha sido perpetrada por todos los grupos beligerantes. El objetivo de las violaciones, usadas como arma de guerra, es destruir la moral del enemigo. Para ganar un terreno, la mejor opción es atacar al más fuerte y, pese a su condición de vulnerable, la mujer congoleña es parte clave de la integridad familiar y del sustento de muchos hogares. Su destrucción física y psicológica es una victoria, un hogar menos. 

Las violaciones se acompañan a menudo de mutilaciones y todo tipo de vejaciones. Los atacantes incluso llegan a utilizar palos o bayonetas para destrozar el aparato genital de las mujeres, cuyo resultado son fístulas, infecciones, esterilidad y enfermedades de transmisión sexual, como el VIH, así como el rechazo, muchas veces, de familias y comunidades.

Además, las violaciones indiscriminadas a la largo de los años ha hecho que estas atroces prácticas ya no solo sean cosa de hombres uniformados, sino también civiles, cuyo estímulo es un saqueo, las drogas o una superstición infundada e inhumana como la que asegura que violando a un bebé o a una niña virgen una persona seropositiva puede curarse.


Fuente y Más información en Fundación Mainel.

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